54 veces que iniciamos juntos, el año y yo, un nuevo ciclo.
El 22 de junio es un día especial, para mí, el más lindo del año.
Por dos razones, una porque es el día en que la luz empieza a volver. El 21 es el día más corto del año, con menos luz, el más yin, hoy y mañana será parecido, porque el sol se toma un descansito antes de volver a alargar los días rumbo al yang. Y otra, porque es el aniversario de mi nacimiento, de mi llegada a esta experiencia en tres dimensiones, en el mundo de la materia.
54 años…
54 años…..con el cuerpo y el alma intactos, la mente ligera, el corazón equilibrado y los sueños cumplidos, hasta el más difícil.
Este año confluyen muchos sentipensamientos. 54 es un número que sonó mucho en la primera parte de mi vida. Mi madre decía que iba a vivir esa cantidad de años porque su padre había muerto a esa edad. Claro, ella comprendía muy poco de lo que le tocaba vivir y cómo. A ella le tocó un tiempo muy oscuro en esa encarnación, hablando de la consciencia de la vida. Un tiempo en el que el pueblo estuvo muy confundido y sometido, a principio del siglo pasado, cien atrás, habían generado grandes movimientos de gente, con la creación de los bancos y las guerras (plata y violencia, siempre van de la mano), mas la apropiación de las tierras del mundo por un pequeño grupo de personajes que aún hoy, quieren todo para sí. Basta con pegar una mirada alrededor. Esa historia que condiciona hasta hoy la vida de todos. Heredamos esa condición.
Mi madre, tal como lo había programado, enfermó a esa edad, la frustración fue su verdugo. Una mujer que soñaba la libertad, estando y siendo presa de ideas impuestas. Tenía dos lados o dos platillos muy definidos, era de libra. Estaba presa de una familia que no fue y de otra que quiso ser, porque tuvo el sueño de la familia y atravesó violencia, física y emocional, impuesta y autoimpuesta, con un SE DEBE y un NO SE PUEDE, que desdibujaba toda su vida. Ella no era la única, a muchas mujeres le pasó y le sigue pasando. Cuánto habrá pasado en su vida que nunca supe. Soñaba con una vida que nunca pudo tener y su hígado colapsó, enfermó su corazón y su Shen se amotinó. Su cerebro se achicó, su memoria se perdió y sus músculos dejaron de funcionar. Un libro disparó su consciencia y también su fin. No pudo soportar haber sido una mujer que amó demasiado.
El otro platillo, cargado de libertad, esa que ella intuía, pero no podía ni ver ni actuar. El libro Raíces marcó su vida y Martin Luther King era un ídolo para ella. En ese tiempo había una manera correcta de ser, aunque nadie sabía quien lo determinaba. Bueno, sigue pasando para los inadvertidos.
Su cuerpo era un gran desconocido, no tenía ni idea cómo era y donde estaba el útero, a pesar que tuvo cuatro hijos y alguno que se le perdió, era un tema tabú en su vida y de nuevo, en el de la mayoría de las mujeres. Quien sabe que le habrá pasado sirviendo, cuando era una niña hermosa y desvalida en la casa de «grandes» señores del pueblo, también como a muchas mujeres, la razón por la que me encerró en la adolescencia. Su matrimonio, con un hombre muy valioso, pero con otra cultura, aunque se esforzó, nunca pudieron congeniar. Años de silencio, años de seguir solo trabajando para ganar dinero, para comer primero, para pagar impuestos, para sostener sus hijos y vestirse después, aunque sus mejores ropas quedaron colgadas por años sin usarlas jamás, en su lado del hermoso placard que pudieron tener.
Esa fue mi madre, que siempre dijo que viviría hasta los 54 años, por eso estos 54 míos son especiales. Y lo hizo, a duras penas. Una mujer que cada día tenía un no se puede, una amargura, y una valía dividida, por un lado, se tenía alta estima, pero al compararse, (siempre se comparaba, como casi todos) su valor no llegaba a sus pies. Ella tenía un comercio y no nos dejaba comer nada de lo que había ahí. Nada era natural, excepto el queso (para ella la leche era un súper alimento, lo decían las propagandas y los médicos). En la mesa de mi casa de niña nunca había gaseosas, siempre jugos exprimidos o licuados, a pesar de que en la heladera del negocio que estaba adelante, tenía todas las marcas. Todo lo que comíamos lo conseguía de los colonos, el freezer siempre estaba lleno. En aquella época todavía no estaban los agrotóxicos tan disponibles como hoy. Jamás se comía tomates porque sabían que tenían veneno. Nos enseñó a comer primero y tomar después. La huerta la hacía mi papá y siempre había choclos, maíz y mandioca, a veces maní, batata y zapallo.
Mi madre, que empezó a morir mucho antes y enfermó a los 54, fue y sigue siendo la maestra más grande que tuve y tengo.
Aprendí que en la vida se elije, que la mente y su palabra son implacables, son las que crean la vida. Lo que pienses y lo que digas, eso tendrás. Ella me lo demostró. Que los que están mas cerca, esos que deberían cuidarte, son los que más te lastiman, también ella me lo demostró. La razón es porque no aprendimos a comunicarnos. Que en la vida hay que ser coherente y saber decir NO, ella me enseñó.
Que el dinero y tener, no son los únicos objetivos de la vida, con ella aprendí. Murió a los 58 años, llena de cosas que no le devolvieron la felicidad, ni su calidad de vida, ni siquiera… su vida.
Y….la máxima lección, después de todo, a vivir se aprende viviendo y no en la academia,…..fue ella culpable? NO
Ella era un esclavo más, uno parecido a los del libro raíces, ese que leímos una después de la otra y lloramos tanto. Uno igual a todos los que hoy creen y no saben, porque las pantallas los inducen y los conforman con cosas.
Ella sabía también que habían otras cosas más allá de lo que vemos y tocamos, pero no se atrevía a tanto. En esa época era oculto, muy oculto. Aunque se animó a no bautizarnos. De lo cual le estoy taaaan agradecida, me liberó de la gran programadora de miedo y culpa, que es la religión. Tampoco pertenecimos nunca a ningún grupo. Su negocio, sus clientes, el tejido y alguna que otra manualidad, su casa, sus hijos, fueron su prisión más pequeña. El machismo en su vida fue cruel. Pero tampoco fue personal. Mi papá, un hombre honorable que venía de un pueblo totalmente maltratado, sometido y asesinado, en esa segunda conquista que sucedió en toda América y en especial en esta parte, por el valor de su pueblo y que todavía no podemos re-conocer, que dejó sin hombres masculinos a Paraguay, y torció la historia de toda América del sur, transformando a los varones en casi dioses con mucha violencia contenida, que la primera que «ligaba» era su compañera, y sus hijos heredaron, con formas más veladas.
Por todo eso, cumplir 54 años, ser feliz y hacer lo que me gusta, y sobre todo, descubrir la trama de la esclavitud, la misma que permitió la historia que ya podemos escribir, de los últimos tres años, que cobró tantas vidas, y no por la naturaleza, sino por la química venenosa aplicada directamente en la sangre, a todo el pueblo, tan iluso, tan desorientado, porque siempre fue programado y nunca educado, siempre fue registrado y nunca fue dueño de nada, me hace redoblar la apuesta de saber la verdad y crecer en consciencia, ese mismo objetivo de vida que heredé de mi madre casi a su pesar.
Toda esa historia que me atraviesa, como a tantos otros en esta tierra guaraní, me hace redoblar la energía para seguir creando una posibilidad de vivir bien, sanos, prósperos y felices en una tierra que tiene todo, hombres inteligentes e infinitos recursos y le sobra gente avara, egoísta y mentirosa.
54 años de una vida que sana a todas las mujeres que ya no están de mi linaje, porque me animé a ser diferente, a escribir otra historia.
54 veces que acompañé al sol en sus idas y vueltas del norte al sur, y del sur al norte, lo miro, lo veo cada día, sé a donde sale y como ilumina mi casa. No entender bien qué es y como se mueve, me mantiene expectante y con ganas de seguir conociendo y sabiendo, me redobla la curiosidad que siempre tuve y la conexión con la naturaleza y su caos tan rico, que pocos pueden entender y que atraviesa nuestro ser interno y nuestro ser externo.
54 inicios de años naturales, que a diferencia de mi madre, espero doblar en tiempo, pero en perfecto estado de posibilidad. Como lo hizo mi abuela paterna, que llegó casi a los 100, pero que también perdió la memoria en sus últimos años, por lo que le tocó y eligió vivir . Posibilidad de vivir con el NO más firme todavía, sin miedo, porque hoy someten más que nunca, pero hoy más que nunca la Libertad está a un pensamiento y a una acción de distancia. Hoy más que nunca está al alcance de quien decida, de quien quiera la posibilidad de crear un mundo bueno. Claro que cambiar es lo más difícil en la vida, aunque es lo único cierto, como dicen los chinos.
54 ciclos maravillosos, con una graaaan experiencia de vida, la que me permite ayudar cada día al que necesita, al que quiere recuperar su estado de bien estar, de manera simple y clara, tal como lo hacían los antiguos, más antiguos que lo que nos cuentan en los libros de historia.
54 ciclos rompiendo paradigmas, creando nuevos, con los pies bien parados donde están, sin lastre y sin sueños imposibles y recién empezando, con tanto para conocer, descubrir y hacer.
54 veces que iniciamos juntos, el año y yo, un nuevo ciclo, una nueva oportunidad de vivir bien.
Este ciclo, esta vuelta con el sol ha de ser más consciente aún….imagino que de eso hablan los sabios, cuando cuentan esas cosas que pocos entienden….
Sueño y creo cada día un mundo feliz y bueno, porque sé que es posible, a pesar de la resistencia de los que se parecen a los zombies de las películas. Ojalá se contagien…y claro que la primera libertad es la de elegir como vivir.
Las historias individuales cuentan la propia historia, pero también la de muchos que callan. En 30 años escuché muchísimas historias, que al final son todas parecidas.
Yo Soy Laura, mujer viva y soberana
Yin y Yang: polaridades del todo según la medicina china
Shen: la mente y su conexión con el alma que según los chinos habita el corazón.