Alimentos frescos y de nuestra tierra para el verano
Alimentarse de manera adecuada y no excederse en el verano es fundamental para mantener la armonía y la salud. Por eso en esta ocasión me explayaré sobre los alimentos que podemos consumir en esta temporada. Las frutas y las verduras deben ser las comidas más elegidas, hasta en las fiestas y reuniones. La reina es la sandía, por su color y la cantidad de agua que contiene. Hay muchas frutas nativas que se pueden saborear, como el coquito de San Juan, el guabirá, el mamón, la guayaba y el mburucuyá.
Para fin de año y comienzo del nuevo, los pepinos, las chauchas, los zapallos, la mandioca y los choclos están a punto. Los porotos frescos también abundan y aportan muchos nutrientes como minerales, vitaminas, proteínas y ácido fólico. Los melones, que pertenecen al elemento tierra por su color y sabor, alimentan al bazo páncreas. La tierra es el elemento hijo del fuego, si el hijo está armónico la madre también.
El carurú (del género Amaranthus) está en su máximo esplendor para aprovecharlo en empanadas, tartas frescas, en licuados verdes o en sopas frías. También la ortiga, que en nuestra tierra crece generosa. Ambas hierbas son una importante fuente de proteínas -más que la carne- de hierro, calcio, magnesio y manganeso, entre otros.
Durante los días de altas temperaturas es preferible consumir especias frescas y aromáticas, antes que las calientes y picantes. En tanto, los licuados y las ensaladas deben ser las formas de preparación preferidas. Las cocciones al vapor y al dente las que siguen, porque conservan todos los nutrientes y aportan yang a la vida. No es recomendable el abuso del hielo ni de las comidas frías, pueden detener la digestión y el buen metabolismo.
Si seguimos estas prácticas disfrutaremos, sin sobresaltos, el verano que también es época de vacaciones, sobre lo que hablaré en la siguiente entrega. Para despedirme, comparto otra frase sobre las virtudes cardinales a los que se refiere Lao Tse – Tao Te King: “La segunda es la sinceridad natural, ésta se manifiesta como honradez, simplicidad y lealtad. La tercera es la mansedumbre, ésta se manifiesta como bondad, consideración por los demás y sensibilidad hacia la verdad espiritual”.
Laura Noemí Montanía
Doctora en Acupuntura Bioenergética y Moxibustión.
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