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Alimentarnos bien para ser felices

Por Laura Montaní*

Nosotros, los homos sapiens, somos energía alimentados por la energía del cielo y la tierra. Todos los seres vivos no hacemos más que buscar la energía del sol para vivir. Las plantas son los seres vivos que pueden capturar esta energía y almacenarla a través del proceso de la fotosíntesis. El crecimiento, desarrollo y reproducción de la planta, y de quienes se alimentan de ella y de los que se alimentan de quienes comen plantas es el circuito de la energía en la naturaleza.
Las frutas, verduras y semillas nos aportan vitaminas, minerales, oligoelementos, azúcares, proteínas y energía vital, directamente del sol. Los primeros elementos pasan a constituir la parte estructural y química de nuestro organismo. La segunda contribuye a la energía de cada uno para desarrollar su vida. Cuanto más puro y fresco comemos, más energía vital incorporamos.

Mandarinas y zapallos producidos en Misiones.

El 70% de nuestro organismo es agua, la materia sólida que lo conforman son células, que “nadan” en un líquido que les aporta nutrientes y lleva los desechos que cada una genera. Adentro de la célula también hay líquidos (70%), así como en el planeta el 70% es agua; “como es arriba es abajo, como es abajo es arriba”. Tenemos unos cuantos trillones de células.
En todos los casos el agua es vital. La sangre, la linfa y el líquido intercelular están formados por agua, este líquido debe ser fluido para transportar los nutrientes a las células como aminoácidos, glucosa, iones, electrolitos y lípidos. Luego lleva los desechos de su proceso metabólico a los lugares de evacuación (transpiración, orina, heces) a los grandes filtros. De la calidad en que se produce este intercambio celular, depende nuestra salud.
Los nutrientes que llegan a las células los incorporamos a través de lo que comemos. Todas las células del cuerpo se renuevan en un lapso de siete años en las mujeres y ocho años en los varones. Para vernos y sentirnos sanos cada una de nuestras células debe estar sana. Para lograrlo es necesario llevar un estilo de vida que las mantenga así.
Lo primero que necesitamos es un ambiente sano. En él podremos respirar, comer, beber, hacer, sentir, amar y relacionarnos sanamente. Lo segundo es incorporar a nuestro organismo alimentos que no estén sucios, intoxicados o carentes de energía vital, porque de la misma manera estarán nuestras células y cuerpo. Si consumimos alimentos sucios se formará lo que se denomina flema en medicina china y “clúster” en medicina occidental. El líquido que nutre las células se volverá viscoso, turbio y ácido.
Las moléculas que pueden atravesar las paredes celulares son pequeñas. Los alimentos artificiales o altamente procesados poseen macromoléculas, que no pueden atravesar la membrana plasmática de la célula para nutrirla y quedan nadando en el líquido intersticial, espesándolo, contaminándolo e intoxicándolo. Por eso es importante ingerir alimentos que nutran nuestras células y mantengan su vitalidad, así aportarán lo mismo a todo nuestro cuerpo.

Cultivos de mburucuya en Misiones.

Al tener un organismo intoxicado, tenemos el terreno apropiado para que las bacterias -que conviven simbióticamente con nosotros- se vuelvan patógenas y los virus encuentren el hábitat más que adecuado para reproducirse demás, entonces nos enfermamos. El cáncer solo se desarrolla en un ambiente ácido. “Los microbios no son nada, el terreno lo es todo”, sostuvo el biólogo francés Claude Bechamp y lo reconoció Louis Pasteur antes de morir.

Es necesario ser conscientes de lo que consumimos, buscar alimentos cultivados orgánicamente y producidos en el lugar donde vivimos o que viajen poco. Tenemos que conocer el origen de lo que consumimos, pues de ello depende nuestra calidad de vida. Podemos ingerir germinados o jugos de semillas, para incorporar nutrientes de primerísima calidad, con la capacidad de alimentar nuestras células con la mejor química y energía.
Las semillas tienen el potencial de la vida, química y energéticamente. Dentro de una de ellas hay potencialmente una planta entera. Tienen nutrientes elaborados directamente con energía del sol, si alimentamos nuestras células con semillas, también estaremos plenos de energía y vitalidad además de frutas y verduras de origen orgánico. Somos lo que comemos y también lo que pensamos, porque la energía sigue al pensamiento.

  • Doctora en Acupuntura Bioenergética y Moxibustión.
  • Fotos: Isabel Carrera

Autor

carrera.isabel@gmail.com

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